martes, 20 de marzo de 2012

GRADUACIÓN










Mis nueve grandes personitas





Nueva vida, nuevo instituto...IRUBIDE [Parte II]


El segundo día de clase, tres chicas muy simpáticas se acercaron a mí y se presentaron. Nora, Sara y Laura. Hicieron que me sintiese arropada desde el primer instante. Durante el recreo me presentaron a mucha gente, todos encantadores. No podía dar crédito a tanto derroche de amabilidad...¿estaría en un sueño?, ¿me despertaría súbitamente de mi cama por tanta emoción fruto de mi mente?
NO. Es cierto que la realidad supera a la ficción.

A los pocos días ya formaba parte de una cuadrilla de nueve encantadoras personas que mencioné en entradas anteriores.

Si hay algo de lo que no me arrepiento en esta vida, es de haber dado el "salto" haciendo realidad uno de mis más preciados sueños...Pamplona; la mitad de mis raíces están aquí y me siento navarra de corazón aunque por mis venas corra sangre soriana.

Pamplona, que me ha visto crecer y ahora me esta viendo prepararme para hacer crecer a otras personas.

Pamplona, como dice mi abuela, perla del norte.





Nueva vida, nuevo instituto...IRUBIDE [Parte I]

Mi primer día de clase, estaba tan nerviosa, que el corazón se me iba a salir de la boca en cualquier instante. Quedé con mi tía para desayunar antes de ir al instituto, desayuné sin ganas, las "mariposas" estaban dentelleando mi estómago milímetro a milímetro. No podía aguantar ni un minuto más con esta presión. Quería que llegase la hora y, a la vez, que no llegase nunca...me hacía miles de preguntas...¿caeré bien a la gente?, ¿me aceptarán?, ¿cómo serán los profesores?...

A pesar de los nervios que estaba pasando, la ilusión que me hacía emprender una nueva vida, mitigaba a todos estos. Soñaba despierta mientras me iba dirigiendo al instituto, acompañada de mi tía de nuevo, necesitaba una figura cercana a mí, como si fuese una niña pequeña...pero, ¿qué necesita una chica de dieciséis años, lejos de su familia y personas queridas, en otra ciudad sino cariño y mucho apoyo?


Cruzamos el umbral de la puerta. Llegamos con bastante antelación para ir "tanteando el terreno". Busqué mi nombre en la lista. ¡Perfecto, 1ºB!...¿pero dónde estaba 1ºB? Me leí la lista de mis futuros compañeros bastantes veces. Me hacía mucha ilusión imaginar cómo podrían ser esas personas y si marcarían mi vida.


Unos minutos más tarde tocó el timbre y todos los alumnos entraron como si un alud de nieve se tratase. La gente me miraba y yo intentaba pasar lo más desapercibida posible pero, es un poco complicado ser invisible siendo "la nueva".


Llegué a clase y me senté en primera fila para pasearme lo menos posible y que la gente no se percatase de mi presencia pero, en cuanto me senté en mi silla, un chico llamado Julen me preguntó cómo me llamaba y de dónde era. Me dio muy buena impresión y empecé a relajarme un poco. Cuando acabó la presentación del curso, sin más dilación, nos fuimos a casa. Cuando estaba en camino, Julen y otro chico llamado Eder me dijeron que me acompañaban un rato y así me conocían un poco más. Cuando quedaba poco para llegar a casa de mi tía me despedí de ellos. Se habían portado muy bien conmigo y yo me sentía como en una película...mucho mejor de lo que había soñado.



Mi tío [Parte III]

Recuerdo que el verano que había acabado 3º de la E.S.O y, no muy tarde, comenzaría el 4º y último curso de esta etapa en mi vida, mi tío me dijo, mientras disfrutábamos del baño en la piscina del apartamento, que teníamos que hablar sobre una cuestión que cambiaría mi vida...

Con una sonrisa en la cara, intuía lo que me quería decir, estaba casi segura, pero no quería precipitarme y caer en el abismo de la desilusión.

Mientras estaba aventurando conjeturas, mi tío seguía sonriendo y tenía una actitud vacilante, no sabía por dónde empezar...Finalmente se decidió y me dijo...-Noelia...¿a ti te gustaría venirte a vivir a Pamplona, verdad?

Sus palabras me llenaron de ilusión. Mi tío, y toda mi familia, sabía que vivir en Pamplona era uno de mis grandes sueños pero, no pensaba que fuera a hacerse realidad y, mucho menos, más pronto de lo que había imaginado. Mi tío me planteó hacer el Bachillerato en Pamplona y yo, desde luego, no dude en decir un ¡SÍ! tan rotundo que hizo, desde ese instante, que mi vida comenzase a girar a 360º.

lunes, 19 de marzo de 2012

Mi tío [Parte II]


Gracias a él, mi hermana y yo pudimos conocer el mar. Mi tío tiene un apartamento en Torrevieja (Alicante) y cada verano pasábamos un mes junto a mis padres, aunque ellos siempre se marchaban un poco antes o se turnaban por cuestiones de trabajo.


Disfrutábamos del mar y de la piscina a todas horas. Era imposible sacarnos del agua. Estábamos "a remojo" cual garbanzos, nuestros dedos permanecían arrugados todo el tiempo.

Nos encantaba buscar conchas por la orilla del mar. Mi "tata" y yo teníamos una gran colección de conchas de todos los tamaños y colores.

Mientras tanto, mi padre se dedicaba a coger cangrejos y a meterlos en un cubo para enseñárnoslos aunque, cuando los soltaba, mi hermana y yo nos poníamos muy tristes pero poco a poco fuimos entendiendo que tener un cangrejo de mascota no era lo más apropiado...

Y hablando de cangrejos...mi madre, no tan aficionada a los baños en el mar, se pasaba tanto tiempo tomando el sol que se convertía en un "cangrejito", así que, aunque no tuviésemos cangrejos de mascota, teníamos a una mamá-cangrejo muy divertida.

Mi tío [Parte I]

Desde que nací sentía una profunda admiración por mi tío Víctor. Cada vez que mis padres me llevaban a Pamplona no me quería despegar de él ni un solo momento. Mi hermana y yo éramos las más felices del mundo con su presencia, porque mi tío es una de esas personas que llena de luz y de vida cualquier instante.

Mi tío Víctor era sinónimo de diversión, bromas, Navidad y vacaciones de verano. Gracias a él, en gran parte, hemos vivido las Navidades más completas que un niño pueda desear. Mi hermana y yo, acostumbradas a vivir en pueblo chiquito, cuando llegaba la Navidad y la pasábamos en Pamplona...nuestros ojos se iluminaban de miles de luces de colores, regalos y sonrisas.

Si mi hermana y yo disfrutábamos con todo esto...no puedo explicar con palabras lo que disfrutaba mi tío. Era todo un espectáculo verle los ojos como platos y la sonrisa que irradiaba en su rostro.

Mi tío, un niño en un cuerpo de adulto, revivía sus días de la tierna infancia.

sábado, 10 de marzo de 2012

Miradas congeladas, sonrisas llenas [Parte III]



Cuando los niños acabaron de comer y asearse, nos dirigimos todos al gimnasio.

El gimnasio estaba perfectamente equipado. Me sentí una niña pequeña de nuevo. Había pelotas gigantes, colchonetas en forma de tubo, canasta de baloncesto, bolos, un columpio, pequeñas piezas para hacer construcciones...


Bea y yo comenzamos interactuando con los pequeños tirando pelotas hacia la canasta. Después de estar un rato con la misma actividad me fijé en dos niños que estaban en silla de ruedas y que no podían participar en esa actividad. Me acerqué a ellos y les pregunté cómo se llamaban. ¡Mohamed y Jairo!-me respondieron con una sonrisa. También les pregunté si les gustaba el baloncesto. Jairo me dijo que prefería el fútbol y Mohamed me dijo que sí pero que la canasta estaba muy alta para ellos y que había otra canasta pero que no sabía dónde estaba.


Fui en busca de una de las monitoras para decirle lo de la canasta. La buscó pero no la encontró; no podía dejar a los pequeños así, yo quería que jugasen, lo más parecido posible, a sus compañeros que sí pueden andar pero como no se solucionó el tema de la canasta se me ocurrió hacerles un ejemplo práctico.


Me senté en el suelo con la pelota entre mis manos. Les decía que ellos eran muy valientes porque tenían que luchar en la vida mucho, más que nadie y, que por ello, eran tremendamente afortunados porque podían demostrar al mundo que ellos pueden superar cualquier barrera.

Les decía que ellos no tenían la culpa de no poder encestar la pelota desde una silla de ruedas porque era mucho más difícil. Lancé la pelota sentada en el suelo y no encesté. Ellos sonrieron. Luego me puse de pie y, como si hubiese ensayado durante meses, encesté de pleno. Me empezaron a aplaudir emocionadísimos.

Después de esta pequeña escenificación les conté que hay equipos de baloncesto de chicos que están en silla de ruedas y son realmente buenos jugando además de ser muy famosos porque, como les dije con anterioridad, tienen un gran mérito porque superan todo lo que se les interponga.

Sus ojos se abrieron como platos. Parecía que acabasen de descubrir un nuevo mundo.
Guardo en mi memoria esas dos tiernas caritas. ¡Que indefensos parecen y qué tenaces son estos pequeños!- pensé para mí-.